Libreria

‘Sesenta kilos’, de Ramón Palomar

Javier Manzano @elcharolito · A 14 octubre, 2014

Por Benito Olmo, (@BenitoOlmo)

Sesenta kilos de cocaína pura. Sesenta kilos que supondrían el pasaporte de salida para muchos. Sesenta kilos que serán la perdición de casi todos.
Con esta promesa en la contraportada, Ramón Palomar irrumpe en el panorama narrativo nacional con una historia de amores y odios, de traiciones y sentimientos encontrados. Una historia donde no hay buenos ni malos; sólo perdedores. La historia de sesenta kilos de coca malditos, sin dueño, que disparan las pretensiones y los sueños de un puñado de miserables que verán en ellos la manera de cambiar de forma radical su existencia.
Una novela canalla como pocas que el lector devorará con ansia, acompañando a un elenco de personajes patibularios a lo largo de media península en pos de sesenta kilos capaces de doblegar la voluntad y la cordura de cuantos intenten hacerse con ellos. Ramón Palomar nos sumerge de lleno en el submundo del hampa, el narcotráfico y la prostitución, en las entrañas mismas de la sociedad, convirtiendo la lectura en un acto morboso que no permite ni un respiro.
Puede que uno de los elementos más acertados de la novela sea la construcción de unos personajes magnéticos e insaciables que se verán desbordados por la promesa de una vida mejor. Para un puñado de marrulleros de sueños difusos y aspiraciones desmedidas, sesenta kilos de cocaína pura supondrán un descalabro, un punto de inflexión en sus existencias de pobres diablos. Y es que la codicia y la estupidez siempre van de la mano.
Sesenta kilos es una novela brutal, despiadada y feroz. Sus páginas rezuman género negro a raudales, con buenas dosis de acción y pinceladas de humor afilado y rotundo. Ramón Palomar nos lleva al otro lado de la ley de la mano de ex legionarios, prostitutas, traficantes, proxenetas… bordeando los límites de la prudencia hasta más allá de lo razonable. Pese a ser su primera novela, su valía como narrador queda más que demostrada y nos hace esperar grandes cosas de él. Personalmente, estoy deseando volver a leerle (*).