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Reseña: Godot: Príncipe de Dinamarca

Uno de los habitantes de Fiat Lux, y de Black & Noir (y no un habitante cualquiera), nos envía su interpretación y análisis de una de las novelas disponibles en la aplicación: ‘Godot: Príncipe de Dinamarca’, de David Llorente.

Y, como no podía ser de otra forma, la ponemos en circulación.

Antes de proceder a su lectura, sin embargo, algún recordatorio, indicación o propuesta:

* Si aún no lo has hecho, te invitamos probar Black & Noir y constatar que Otra Forma De Leer Es Posible.

* Para ello, descarga gratuitamente la app en estos enlaces: App Store y Google Play

* Podrás leer gratis los primeros capítulos de cada una de las cuatro novelas con sus respectivos Contenidos Extra.

* Las novelas, ya sabrás, son: Emma, de Rosa Ribas, #MadridPrisión, de Paco Gómez Escribano, Vieja entrepierna humeante, de Manuel Barea y la que aparece reseñada hoy aquí: Godot: Príncipe de Dinamarca, de David Llorente

* De todas, de las cuatro novelas, así como de los Contenidos Extra de cada uno de los capítulos de cada una de ellas, puedes leer, ver  y escuchar avances (suculentos) en www.blackandnoir.es

Y dicho todo esto, aquí está la reseña (interpretación y análisis) que nos llega desde Praga.

Salud, buenas lecturas y Black & Noir.

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GODOT: PRÍNCIPE DE DINAMARCA O EL AUTOR QUE HUYE DE LOS SEIS PERSONAJES QUE LE ANDAN BUSCANDO

Por Josef Červený. 

Que David Llorente es un escritor/hombre obsesivo, lo saben todos los que han seguido su trayectoria desde la ya lejana “Kira” (1998)… Que David Llorente es un dramaturgo/hombre de teatro que hace de la obsesión/lo obsesivo materia dramática lo sabemos todos los que hemos estado cerca de/hemos colaborado en alguno de sus proyectos teatrales. Y he aquí que estas dos obsesiones de distinto tono y nivel se fusionan y amalgaman en su nueva novela, Godot: Príncipe de Dinamarca.

Si hay algo de lo que no reniega Llorente es de sus referentes literarios. Ya desde el ambiguo título nos encontramos con algunas de las claves que van a pautar el desarrollo de la novela. Y no podemos (nadie lo pretende) olvidarnos de Kafka, cuyo inflamable candil ilumina buena parte de la trama de la obra: la idea del laberinto y ese sinsentido engastado de lógica aristotélica nos van guiando por los entresijos de ese fantasmagórico teatro del mundo en el que se encuentra atrapado el Autor.

No es casualidad que en uno de los múltiples desdoblamientos del autor-Llorente aparezca el propio David Llorente como escritor desconocido junto al innominado/innombrable Autor. En un ejercicio de interdependencia identitaria, se puede considerar en la misma medida a David Llorente como creación del Autor que al Autor como excrecencia/emanación de David Llorente. Y no olvidemos que, como desarrollaba en forma de variaciones sobre el mismo tema el propio David en su anterior novela Madrid:frontera (2016), la pérdida de la identidad es la madre de todas las desgracias.

¿Adónde nos pretende llevar el autor (con minúscula y mayúscula) en este viaje teleológico de huida, en esta súbita partida de Ítaca de un Ulises có(s)micamente cansado de encontrar la vulgar jeta de Penélope detrás de cada esquina familiar? Llorente sabe muy bien que todo laberinto que se precie ha de ilusionarnos con una salida plausible que se retuerza/resuelva en el último momento en un violento escorzo que dé con nuestros dientes contra un callejón sin salida/una puerta tapiada. Porque la vida no sería una tortura tan refinada si no nos ofreciera de vez en cuando un resquicio y no nos tentara con los cantos de sus piojosas sirenas.

El paranoico tiene realmente perseguidores, contaba siempre a quien le quisiera escuchar Leopoldo María Panero, invocando las oscuras teorías de la sociología de la desviación. Los (seis o los que sean) personajes se deslizan por las galerías del laberinto en busca del Autor, que no quiere saber nada de ellos. Los (seis o los que sean) espectadores en busca del Autor asedian con su ovación los recovecos en los que pudiera tomar un poco de aire. Solo (siempre) nos quedará el servicio, terminal de origen y destino de todo periplo artístico y existencial.

El desasosiego que nos transmite David Llorente en esta reciente novela no es nuevo, si bien el trasfondo social (solo aparentemente) no es tan evidente como en sus anteriores potentes y celebradas obras. De lo que se trata aquí es del arte, amigo: de la función del artista en la sociedad… de una función que solo muy de lejos tiene que ver con la intención original del creador. En definitiva, del autor como espantajo y amuleto/talismán con que exorcizar los demonios colectivos de la sociedad de consumo a la que no parece importar lo más mínimo qué es lo que pretende transmitir ese bufón de la corte. O también puede suceder que no quiera transmitir nada… “no tengo un mensaje. Soy escritor, no telegrafista” que diría el bueno de Robbe-Grillet.

No deja de ser curioso que una novela tan claustrofóbica (¿cuál de las obras de Llorente no lo es?) como esta fluya de un modo tan suave y homogéneo a través de su inextricable cauce. Y es evidente que una de las claves se encuentra en el estilo hipnótico de la prosa llorentiana o llorentina (ya va siendo hora de que se acuñe el adjetivo que describa la tan misteriosa como escrupulosa técnica de nuestro autor) que nos agarra por alguno de esos lugares del que no podríamos soltarnos sin desprendernos de algo de nosotros mismos.

*Sobre el autor de este texto:

Josef Červený es el heterónimo de un autor, dramaturgo, director teatral y escenógrafo español afincado en Europa Central, donde ha dado forma a diversos proyectos teatrales a lo largo de casi veinte años. Actualmente es el fundador y director artístico de la compañía Teatro Rojo, radicada en la ciudad checa de Ostrava. Ha participado con sus formaciones teatrales en una gran variedad de festivales y muestras tanto nacionales como internacionales. Cracovia, Moscú, Sofía, Bucarest, Bratislava o Praga son algunas de las ciudades en las que se han representado sus espectáculos, obteniendo diversos premios y menciones. Paralelamente, ha llevado a cabo colaboraciones con otros artistas como el novelista y dramaturgo David Llorente, con el ha puesto en escena varios espectáculos como “El itinerario” (2013), “La cinta vacía” (2014), “Los funcionarios” (2015) o “Inés-X” (2017). Algunas de las obras teatrales escritas por Josef Červený son “Bernarda y sus hijas” (2009), “Metatragoidea” (2010), “Drakmlet” (2011), “Odisea” (2013), “La vida es sueño (Onna Kabuki)” (2014), “Tierra Negra” (2015, premio al mejor texto teatral en el Festival de Teatro Amateur de Moravia y Silesia de 2016), “Válvula” (2016), “Cinco por cinco” (2017) o “Ginoide” (2017). Todas estas obras (excepto “Ginoide”, aún sin estrenar) han sido estrenadas en teatros de la República Checa. Josef Červený ha realizado también adaptaciones y montajes de diversos autores clásicos y contemporáneos y ha hecho incursiones en el ámbito del ensayo y la crítica literaria.

 

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