Entrevistas

Carmen Conde: La Escritora y la escritora

“Si he aprendido alguna cosa durante mis años de oficio es que hay algo adictivo en la muerte”.

 Carmen Conde, barcelonesa del 65 de linaje gallego y profesora de primaria, acaba de publicar su segunda novela, La Escritora , y sorprendidos tras su lectura hemos querido conocerla ayudándonos de su novela.

“A veces, si uno se implica demasiado, pierde la perspectiva”.

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-La Escritora. Y la escritora.

– La Escritora es una novela negra cuya protagonista, Lucrecia Vázquez, trabaja como negra literaria. Esto me permite adentrarme en el mundo editorial y hacer una crítica bastante ácida de ese mundillo, aunque no es el centro de la historia. La trama parte de un cruel asesinato, el de Dana Green, una megaestrella de best sellers venida a menos. Lucrecia iba a escribirle su próxima novela y cuando va a reunirse con ella, descubre el cadáver. A partir de aquí los muertos se suceden y señalan a Lucrecia como posible culpable o como siguiente víctima.

Yo soy una maestra de primaria con muchos años de oficio, casada y madre de un chico de diecinueve años, que sigue disfrutando de su trabajo pero que cuando sale de la escuela vive una segunda vida, la de lectora y escritora.

-Luego volvemos a la escritora. Ahora, en La Escritora, ¿nos presentas al sargento Gerard Castillo?

La novela la seguimos desde los ojos de Gerard, un policía que huyó de su pasado y que, a pesar del rechazo que Lucrecia genera en los demás, cree en su inocencia. Y teme también que ella pueda ser la próxima víctima. Es un tipo leal, sincero, un buen tío, aunque a veces tiene problemas para controlar sus ataques de ira.

– ¿Y quién es, qué es, qué hace Lucrecia Vázquez?

Lucrecia sufre el síndrome de Tourette, cuyo efecto más visible es la acumulación de tics motores y fónicos. Este trastorno provoca rechazo social, algo que Lucrecia Vázquez conoce muy bien. Para rematar, es obsesiva y tiene un cociente intelectual alto –común en los afectados por este síndrome- lo cual no hace que sea más feliz, ni mucho menos. Es un personaje hermético, no va a permitir que nos acerquemos a ella. Todo lo veremos con los ojos de Gerard.

-Si yo digo ‘ratas’, ¿tú qué dices?

-Que Bram Stoker tuvo la culpa.

– ¿A (Mari) Carmen Conde le dan miedo las ratas?

-No me dan miedo. Creo que si me diesen miedo, no habría sido capaz de escribir esta novela.

– ¿Y a La Escritora?

-Te contestaré con un fragmento de la novela: «No le asustaban las ratas. Había convivido con ellas, casi compartido alimento. Le habían mordido varias veces, pero nunca habían sido sus principales enemigas. Las ratas formaban parte del paisaje de miseria y degradación en que habían consistido los primeros años de su vida».

– ‘Llegarás a tu destino aunque viajes muy despacio’.

– Esa frase es un proverbio islandés que me ha acompañado durante toda mi vida de escritora. No fue fácil publicar, pero siempre pensé que, si no me rendía, algún día lo conseguiría. Y aquí estoy. Como dice Santiago Roncagliolo: «Los escritores que sobrevivimos no somos los más talentosos sino los más tercos».

-Carmen, Mari Carmen, eres maestra de primaria… ¿Por qué te dio por escribir novela negra?

-Porque soy ávida lectora de novela negra y escribo desde la infancia.

– ¿Tus autores de cabecera?

– No tengo, y no es una manera de esquivar la pregunta. Diría Dennis Lehane y Jo Nesbø, pero no todo lo que escriben me gusta por igual. Son valores seguros, eso sí. Debo también mencionar a Stieg Larsson porque, aunque lo encuentro un poco pesado y me sobran páginas por todos lados, daría lo que fuera por crear un personaje como Lisbeth Salander.

– ¿Y tus títulos de cabecera?     

– De Stieg Larsson me quedo, de lejos, con el primer tomo de la trilogía, a pesar de que las primeras doscientas cincuenta páginas son duras de pasar. Pero aparece Lisbeth Salander con su máquina de tatuar y entonces me muero de la envidia. Respecto a Lehane y Nesbø, me quedo con Shutter Island y Headhunters. Sí, lo siento, elijo una novela de Nesbø que no está protagonizada por Harry Hole. Esa escena de la letrina…

– ¿Hubo una novela negra que te enseñó, que te sirvió casi de manual?

-Crecí leyendo todos los libros protagonizados por Hércules Poirot de Agatha Christie –odio a la señorita Marple-, Sherlock Holmes de Conan Doyle y los cuentos del gran maestro Edgar Allan Poe. Siempre lo digo: el único autor que he conseguido que se lea mi hijo: El gato negro, El pozo y el péndulo, El barril de amontillado… Todos me han servido, todos me han enseñado.

– ¿Cuál es la novela que consideras la madre de todas las novelas negras, “la biblia del género negro”?

– Pues aunque no lo sea, diré El nombre de la rosa de Umberto Eco. Para mí, la mejor novela negra que he leído.

-Atornillaremos a ‘la lectora’…, pero todavía con ‘la escritora’: enséñanos tu espacio de trabajo.

– No tengo espacio de trabajo. Prefiero el ordenador fijo que está en el despacho, pero mi hijo tiene preferencia y tengo que coger el portátil y ponerme en el comedor mientras vigilo la cena.

– ¿Cómo es un día de trabajo-de creación?

– No existe. Me levanto, me voy a la escuela y cuando regreso, hay mil cosas que hacer. Al acabar, tengo más ganas de leer que de escribir.

– ¿Sigues o tienes rituales?

-Ninguno. Cada día es distinto de los demás. El día, la hora y el lugar.

– ¿A mano, a máquina, en ordenador?

– Tengo una bonita colección de libretas Moleskine. Anoto mucho, hago esquemas y sinopsis pero cuando enciendo el ordenador, mis personajes hacen lo que les da la gana y todo lo apuntado es inútil. Soy una escritora de brújula con la brújula estropeada.

– ¿Nos leerías algo de lo último que hayas escrito en la libreta?

– Mi última libreta Moleskine. (La reviso). Recorto y pego muchos artículos. Uno de los últimos habla de la mafia china en Barcelona. El artículo dice: ¿Es la mafia? ¿Cuánto por dejar inválida a una? (Respondo: cuesta 6.000 euros).

– ¿Quién es tu primer lector, tu primera lectora?

– Voy a parecer un bicho raro pero nadie. Escribo para divertirme y si no acierto, lo cual es muy posible, pues mala suerte. Acepto ese riesgo.   

-Cuando entregas la novela a la editorial, ¿cómo cuántas veces la habrás leído? ¿Corriges mucho?

– Mis manuscritos van primero a mi agente literaria, Sandra Bruna, y van corregidísimos. Soy muy pesada con las correcciones y, además, leo las novelas en voz alta porque escribo mucho diálogo. En mi casa me sobrellevan con resignación.

– ¿Qué estás escribiendo ahora?

– Acabé un manuscrito en verano. Es novela negra y lo escribí en catalán porque está ambientado en un pueblecito de la Cerdanya. En Navidad acabé de reescribirlo al castellano (digo reescribir porque me ha salido cuarenta páginas más largo) y ahora estoy en un tiempo de impás, recogiendo ideas.

-Preguntas ahora ya para ‘la lectora’. ¿Qué buscas en una novela negra?

-Que me agarre por el cuello y no me suelte. Me aburro con facilidad.

– ¿Cuándo lees y dónde?

-En el sofá, por la tarde, o en la cama, por la noche, antes de dormir.

– ¿De qué te acompañas?

-Por la tarde, de un café con leche, y de unas onzas de chocolate negro. Endorfinas en vena.

– ¿Cómo la lees, en qué te fijas especialmente (diálogos, personajes, ambientación, trama, el arranque…)?

– Si el comienzo no me gusta, malo. Tiro mucho de biblioteca pública, y no tengo piedad. Ni siquiera cumplo con las cincuenta páginas de cortesía que tanto les pido a mis alumnos (soy tutora de un grupo de sexto de primaria). Si los personajes me huelen a ya leído, o es un mero apilamiento de crímenes sin ton ni son, o empiezan a marujear (salen suegras, cuñados, ex maridos), ¡lo dejo!

– ¿Qué buscas en los personajes?

– Que me aporten algo nuevo, que me sorprendan. Me gustan los bichos raros, eso sí, creíbles.

– ¿Qué buscas en los diálogos?

– Agilidad y verosimilitud. Y moderación con los tacos, aunque son necesarios.

– ¿Qué buscas en la ambientación, el (los) escenario/s?

– Si no conozco el escenario, me gusta que el autor me lo acerque sin que yo sienta que pretende ilustrarme. No leo novela negra para aprender el nombre de todos los lagos suizos. Y si conozco el escenario, reconocerlo. En una novela de Marc Pastor, El año de la plaga, se refería a calles que yo piso cada día. Cuando leí Plaça Àngel Pestanya, o Carrer Tissó… ¡Qué bueno!

– ¿Subrayas, pones papelitos?

– En los libros que compro, subrayo en lápiz. Y en los de la biblioteca… también. Y pongo puntos adhesivos.

– ¿Tomas notas? ¿Recoges frases, giros…?

– Leo con mi libreta Moleskine al lado. Me quedo todo lo que me gusta, aunque luego no consigo colarlo en mis escritos. Tengo un estilo que, para lo bueno y para lo malo, es propio, y cuando intento poner algo que no es mío, chirría.

– ¿Qué está leyendo ahora mismo?

– Empecé El laberinto de los espíritus de Carlos Ruiz Zafón pero me fui a la biblioteca, saqué También esto pasará de Milena Busquets (no todo es novela negra) y Cucarachas de Jo Nesbø. Y estoy con Milena Busquets.

– ¿Qué libros nos recomienda, además de lo suyo?

– Todo lo bueno escrito por autoras españolas de novela negra, que hay muchas y muy buenas.

-Y de la balda “rarezas y curiosidades” de su librería, ¿algún descubrimiento que quiera compartir con nosotros?

– Lo siento, pero no puedo enseñaros nada nuevo. Hace muchos años leí Roseanna de Maj Sjöwall y Per Wahlöö y pensé que había descubierto la sopa de ajo. Luego supe que eran los pioneros de la novela policial moderna, modelo para Henning Mankell y que habían escrito más libros con Martin Beck como protagonista, al que Kurt Wallander le debe mucho. Pero no, no descubrí nada.

-Carmen Conde, no la de la generación del 27 (que también era maestra) …; por cierto, ¿la ha leído; le gusta?

– La he leído y me reservaré la opinión. No me considero cualificada para valorar la obra de una mujer que marcó un hito en la literatura española. He leído que a ella no le gustaba ser recordada por ser la primera mujer que ocupó un asiento en la RAE, pero es un valor innegable. Y un gran honor llamarse igual que ella.

-Carmen Conde, escritora de La Escritora (y maestra), media docena de preguntas cortitas y acabamos… Dígame una ciudad para cometer un delito.

– Barcelona, la ciudad donde vivo. O cualquier aldea gallega. Mis padres son gallegos y es un filón.

– ¿La mejor forma de matar?

– Que sea creativa, aunque Jo Nesbø ya nos ha dejado poca cosa.

– ¿Su crimen favorito?

– Matar a un pederasta. Qué gustazo.

-Póngame una banda sonora para leer novela negra.

En mi adolescencia, mi hermano se compró un tocadiscos y todos los elepés de King Crimson, entre otros. Creo que mis ganas literarias de leer sobre crímenes nacieron escuchando 21 st Century Schizoid Man. El problema es concentrarse en la lectura. Bien pensado, mejor sin música.

-La última es una cita y el asunto es: ‘complete la frase’. Es esta: ‘Lo siento, princesa. Yo sé que sos inocente, pero hoy no puedo hacer nada por vos. Pase lo que pase, que sepás que se sabrá la verdad, toda la verdad’.

– «Se sabrá la verdad, toda la verdad». Qué gran mentira.

*Banda sonora, canciones que suenan en La Escritora.

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