Cuestionario Fiat Lux
Probó en la música con una banda de ska cuando lucía tupé pero le comieron las letras, primero en poesía y al momento en novela. En esto se ha quedado, lo otro para desconectar porque escribe sin música y le pondría boleros a la banda sonora de la novela negra.
Alejandro Pedregosa, supersticioso a la enésima potencia (y aquí da pistas), anda liado entre charlas en institutos y un libro de cuentos criminales. Acaba de terminar su sexta novela, “Hotel Mediterráneo, que saldrá en octubre con Planeta”, atrás quedan, en negro y policiaco: “Un extraño lugar para morir”, “Un mal paso” y “A pleno sol”.
Devoto de Fred Vargas, John Connoly y Vázquez Montalbán, sería Maigret, Charlie Parker o Marlowe aunque parece molarle mal el otro lado: “Sería un criminal en la sombra. Un instigador a la muerte”, pero mataría a pellizcos. ¿Su entretenimiento favorito? “Jugar al fútbol. Nada me gusta más, ni siquiera leer o escribir”.
Fiat Lux. ¿Por qué le dio por escribir novela negra?
Alejandro Pedregosa. Porque era un asiduo lector de novela negra. Un día decidí pasar el Rubicón y ponerme del otro lado de la barra.
FL. En el juego de policías y ladrones, ¿con quién iba?
AP. Depende del equipo en que cayera. En mi calle no hacíamos muchas distinciones entre unos y otros. Tampoco las hago ahora. Si la policía tortura, reprime o abusa voy con los ladrones. Si los ladrones me roban la casa, me amedrantan o me golpean voy con la policía. Así es el mundo, complejo.
FL. Tiene licencia novelesca para matar / Tenemos licencia literaria así que no se corte: ¿A quién mataría?
AP. No mataría a nadie por la sencilla razón de que soy un cobarde empedernido. Ahora bien, creo que el mundo estaría mejor sin ciertos personajes; muchos de ellos casi anónimos: urdidores de las grandes estafas financieras. Pero vamos, que si lo que me pide son nombres propios podría decirle unos cuantos: Putin, Bush (padre e hijo), todos los caudillos medievales de los países árabes…
FL. ¿Qué o a quién atracaría?
AP. A cualquier banco. Sin duda ni distinción.
FL. Si fuese detective, investigador, sabueso…, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
AP. La astucia psicología de Maigret; el sufrimiento redentor de Charlie Parker; y, por supuesto, el atractivo perdedor de Marlowe.
FL. Si fuera criminal, desde asesino a atracador, valen todos los palos, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
AP. Sería un criminal en la sombra. Un instigador a la muerte. Una persona a quien la comunidad nunca pudiera reconocer como criminal. Un político, por ejemplo, un banquero, un predicador…
FL. Díganos su escritor o escritores del negociado negrocriminal preferido/preferidos, y su/sus porqué/porqués.
AP. Son muchos y han variado a lo largo de las épocas, pero vamos, que si se trata de hacer una nómina le digo: Fred Vargas (porque escribe novela negra importándole un pijo el hecho criminal. Lo suyo es la literatura de personajes, y ahí lo borda); John Connoly (porque escribe como los ángeles y me hace pasar miedo con cosas en las que no creo); Vázquez Montalbán (porque es Vázquez Montalbán y con eso está todo dicho).
FL. ¿Qué noticia, asunto de actualidad, ve o vería como argumento para novela negra? // ¿Y cómo podría ser o sería el planteamiento?
AP. Hay muchos asuntos que darían para una novela. Yo, por ejemplo, empezaría el libro matando a uno de los gerifaltes de la comunidad de Madrid que vendió las viviendas sociales a los fondos buitres. El segundo muerto en aparecer sería precisamente el dueño de uno de esos fondos buitres. Y a partir de ahí que busque la policía entre los afectados. No lo iban a tener fácil.
FL. ¿Por qué se escribe tanta novela negra?
AP. Todos los escritores te vamos a decir que si el trasfondo social, que si la denuncia, que si bla, bla, bla… Mucha de la novela negra que se escribe hoy día es simplemente porque el fenómeno está de moda. Las editoriales las demandan. Ya veremos cuando pase la ola.
FL. ¿Por qué se compra o se lee tanta novela negra?
AP. Porque divierte e interesa a un mismo tiempo. Este es un aspecto que no debemos olvidar nunca. Yo siempre digo que no existe religión ni código penal que no condene el asesinato, por eso gustan estas novelas, porque el lector quiere saber qué ha pasado en la cabeza de alguien para trasgredir la gran norma fundacional de toda sociedad: “no matarás”.
FL. ¿Usted qué piensa, que se lee novela negra por envidia (del bueno o del malo) o para aprender (a ser malos o a descubrir malos)?
AP. Para aprender, sin duda. El envidioso no tiene tiempo para otra cosa que no sea sufrir. La lectura precisa relajamiento y atención, las cualidades propias del aprendizaje.
FL. ¿Todos somos un poco (o un mucho) criminales?
AP. No, mi madre no. En la vida le he conocido un ramalazo criminal (y mira que la han puteado y ha tenido motivos), pero no; hay personas impermeables al acto criminal. Será el miedo, la educación… No sé, pero el hecho es que existe gente que literalmente “no ha matado una mosca”.
FL. Puestos a elegir, ¿usted sería el criminal o el detective, el asesino o el policía, el ladrón o el investigador?
AP. Detective, detective; es mucho más molón. Cierto que te caen unas cuantas hostias bien dadas, pero a cambio te ligas a la rubia fatal y descubres la verdad del asunto, aunque casi seguro que no podrás llegar a demostrarla.
FL. Dígame una ciudad para cometer un delito
AP. Cualquiera vale porque la gente, singularidades a parte, es muy parecida en todos los sitios. Por decirle una ciudad original le diré Riga. Es una ciudad con aspectos muy curiosos. Por ejemplo, gran parte de la población de ascendencia rusa se marchó al llegar la independencia de Letonia. Eran muchos. Hay partes de la ciudad despoblada. Barrios fantasmas. En una novela de Mankell (Los perros de Riga) la ciudad aparece pero de una manera muy tangencial, sin protagonismo alguno más allá del título.
FL. Cine Negro: una película (o unas películas)
AP. “Muerte entre las flores”. Es una peli donde lo negro y la poesía se tocan.
FL. Póngame una banda sonora para leer novela negra
AP. Lo típico sería decir que a la novela negra le va muy bien el Jazz, pero yo no entiendo una mierda de Jazz, así que vamos a ponerle un bolero, que es bastante más hispano.
FL. ¿Usted se pone música para escribir? ¿Qué música?
AP. No, nunca, no puedo. Para escribir necesito el silencio, y aún así tampoco lo consigo. Hace años que padezco un acúfeno que me pita constantemente en el interior de la cabeza. Bastante música es ésa.
FL. ¿Cómo es su espacio de trabajo?
AP. Sencillo pero efectivo. Hay luz natural, algunas plantas, fotos de amigos, una tetera siempre humeante y una taza.
FL. ¿Cómo escribe; cuándo; cuánto…?
AP. Cuando estoy inmerso en una novela soy bastante escrupuloso con los horarios. Por la mañana (de 11:00 a 14:00 más o menos) me dedico a corregir lo que haya escrito el día anterior; y por la tarde (16:00 a 20:00) avanzo en la novela. Nunca escribo más de página y media en una tarde. Prefiero ser preciso. Si quiere una manía le cuento que en invierno siempre escribo con una rebeca de lana viejísima, llena de pelotillas pero muy abrigada. En la rebeca, a la altura del pecho, tengo prendido un pin con la foto de Arconada. Él es el primero en leer lo que escribo.
FL. Música al margen, ¿de qué se acompaña para escribir?
AP. Diccionarios, cuadernos de notas, internet…
FL. ¿Cómo se documenta para sus novelas?
AP. Leyendo libros y buscando detalles en internet. También tiro mucho de amigos; los tengo de todo pelaje, desde traficantes de sustancias prohibidas a profesores de universidad (a veces incluso se da que estas dos características coinciden en una misma persona).
FL. ¿Es de los que llevan una libretita siempre a mano y va anotando secuencias, ocurrencias, cachitos de inspiración? /// ¿Nos leería algo de lo último que haya escrito en esa libreta?
AP. Sí, señor; yo soy de largos paseos y libretilla. Le podría reproducir aquí alguna de esas notas pero no tendría ningún sentido para el lector, ya que son sencillamente eso, notas que enganchan con las líneas argumentales que yo tengo en la cabeza. Para entenderlas hace falta saber el argumento.
FL. ¿Empieza por el título o el título ya surgirá?
AP. El título ya surgirá. Y a veces incluso no surge ni después de haber terminado. Llamo entonces a mi amigo (el profesor que pasa sustancias prohibidas) y él me ilumina, ya sea con su saber ya con su mercancía.
FL. ¿Corrige mucho?
AP. Todos los días antes de ponerme a escribir. A la larga creo que este método resulta muy efectivo. En ninguna de mis novelas los editores han quitado un solo párrafo. Estaban bastante limpias.
FL. ¿Qué manías o supersticiones tiene mientras trabaja, mientras crea?
AP. ¡Buah! Yo soy un supersticioso del copón. Le diré dos, una estúpida y otra más bonita. La estúpida es que nunca puedo guardar el archivo de word si la hora del ordenador suma el número trece. La bonita se la copié a Ramiro Pinilla (me la contó durante una cena y me pareció muy hermosa). Nunca pongo el punto final de mis novelas. Llamo a mi novia, a un sobrino, a mi madre… a alguien que quiero y le pido que presionen con su dedo índice la tecla del punto. Son ellos los que acaban la novela.
FL. ¿Cómo se titula la novela, cuento, escrito…, que guarda en un cajón?
AP. “La sombra del golfista”. Se trata de una novela negra ambientada en Marbella.
FL. ¿En qué está trabajando ahora?
AP. En octubre saldrá mi nueva novela, “Hotel Mediterráneo” (Planeta). Técnicamente no es una novela negra, pero algo, o tal vez mucho, hay de intriga, fuga, persecución… Ahora estoy con un libro de cuentos criminales que espero salga en 2016.
FL. ¿Qué está leyendo ahora mismo?
AP. Siempre llevo varias lecturas a la vez. Ahora “El maestro de Petersburgo” de Coetzee y “612 euros” del amigo Jon Arretxe, por ejemplo.
FL. ¿Qué libro/libros nos recomienda, además de los suyos?
AP. Cualquiera que sirva para ensanchar el mundo y la imaginación. Digamos por ejemplo “Las muertas” de Jorge Ibargüengoitia. Lo leí hace poco y me dejó muy buen sabor de boca.
FL. Y de la balda “rarezas y curiosidades” de su librería, ¿algún descubrimiento que quiera compartir con nosotros?
AP. Yo, para hablar de curiosidades, siempre recomiendo a Álvaro Cunqueiro. Posee una imaginación desbordante y un nivel literario excepcional. Es una pena que todavía haya que andar reivindicando a este gallego universal.
FL. ¿La mejor forma de matar?
AP. A pellizcos (es lento que te cagas).
FL. ¿Su entretenimiento favorito?
AP. Jugar al fútbol. Nada me gusta más, ni siquiera leer o escribir.