“Llevo tanto tiempo matándome que sería idiota cambiar de víctima”
No le gusta el cine negro y pondría a Julio Iglesias como banda sonora para leer novela negra, “que se lee porque necesitamos oler la muerte y entenderla. Conjurar”.
Cristina Fallarás, Zaragoza, dispara a diestro y siniestro desde sus columnas, desde sus tertulias, desde sus reseñas, desde sus escritos… Periodista, escritora, provocadora…, en el año 2011 inyectó una potente (y necesaria) dosis de femineidad en la Semana Negra de Gijón al convertirse en la primera mujer en ganar el premio Hammett con su novela “Las Niñas Perdidas”, con la que también ganó el L’H Confidencial.
Practica novela negra, pero no sólo. El año pasado publicó “A la puta calle” donde narró su propio desahucio, al que fue abocado (y el hecho ocupa un epígrafe destacado por ignominioso en su expediente) cuando estando embarazada de 8 meses fue despedida del diario ADN donde era subdirectora.
Cristina Fallarás, una de los nuestros, responde con efervescencia al interrogatorio aún a pesar de que no confiesa sus delitos. Sí desvela otras muchas cosas, por ejemplo que la mejor forma de matar es “de aburrimiento”.
Fiat Lux. ¿Por qué le dio por escribir novela negra?
Cristina Fallarás. Por rabia y miedo. Por usar un patrón para empezar a escribir ficción. Porque empecé leyendo mucha novela negra, pero también a Kafka, Italo Calvino, Onetti, Conrad o Faulkner, así que la elección más sencilla estaba clara. Y por matar algo.
FL. En el juego de policías y ladrones, ¿con quién iba?
C.F. Yo no jugaba. Yo era gorda y torpe.
FL. Tiene licencia novelesca para matar / Tenemos licencia literaria así que no se corte: ¿A quién mataría?
C.F. Llevo tanto tiempo matándome que sería idiota cambiar de víctima.
FL. ¿Qué o a quién atracaría?
C.F. A todas las oficinas bancarias que se cruzan en mi camino. A los tipos trajeados que salen tiesos de esos restaurantes madrileños donde el postre tóxico lo sirve un equipo de putas.
FL. Si fuese detective, investigador, sabueso, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
C.F. Lope de Aguirre, el Loco, con cólera y sin dios.
FL. Si fuera criminal, desde asesino a atracador, valen todos los palos, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
C.F. Me he sentado a esperar el momento en el que se me considere criminal. Llegará. Y seré yo. Soy demasiado vaga para matar, un arte que requiere arduo esfuerzo y dedicación. En cuanto al atraco, ya soy incapaz de trabajar en equipo. Los papas, los presidentes, los financieros y todo ese tipo de buitres me parecen bien, pero no tendré tiempo de llegar a eso.
FL. Díganos su escritor o escritores del negociado negrocriminal preferido/preferidos, y su/sus porqué/porqués
C.F. Chandler, por El Largo Adios; Hammett junto a Hellman; Ellroy eyaculando en las camas de las chiquillas rubias; Ross McDonald, por la podredumbre familiar; Vázquez Montalbán, por amor.
FL. ¿Qué noticia, asunto de actualidad, ve o vería como argumento para novela negra? // ¿Y cómo podría ser o sería el planteamiento?
C.F. Nada, ninguno. La multitud de criminales que nos rodea no tiene fondo, son planitos. Lo que llamamos actualidad solo da para el humor negro, un género que yo no toco. Para la novela negra necesito seres humanos con maldad profunda y profundo dolor, con una idea histórica, legendaria si quieres, del bien, no cretinos en serie.
FL. ¿Por qué se escribe tanta novela negra?
C.F. Por la dictadura de la información. La información es crimen y morbo, lo demás son construcciones de los “intelectuales”. También por una cierta nostalgia del dolor y la crueldad después de años sorprendentes entre algodones.
FL. ¿Por qué se compra o se lee tanta novela negra?
C.F. Por lo mismo.
FL. ¿Usted qué piensa, que se lee novela negra por envidia (del bueno o del malo) o para aprender (a ser malos o a descubrir malos)?
C.F. Yo pienso que se lee novela negra porque necesitamos oler la muerte y entenderla. Conjurar.
FL. ¿Todos somos un poco (o un mucho) criminales?
C.F. Todos somos buenos, que es mucho peor.
FL. Puestos a elegir, ¿usted sería el criminal o el detective, el asesino o el policía, el ladrón o el investigador?
C.F. Yo sería la frívola señora que mira cómo suceden las cosas. Qué pena que ya no pueda permitírmelo.
FL. Dígame una ciudad para cometer un delito.
C.F. Igualada.
FL. Cine Negro: una película (o unas películas)
C.F. No me gusta el cine negro. Natural born killers.
FL. Póngame una banda sonora para leer novela negra.
C.F. Que no se rompa la noche, Julio Iglesias.
FL. ¿Usted se pone música para escribir? ¿Qué música?
C.F. Yo escribo a salto de mata, en bares, trenes y bancos públicos. Si suena alguna música, pido que bajen el volumen.
FL. ¿Cómo es su espacio de trabajo?
C.F. ¿Trabajo?
FL. ¿Cómo escribe; cuándo; cuánto…?
C.F. Lo dicho, escribo en bares, trenes y bancos públicos. Nunca lo suficiente como para sentirme buena, ser buena.
FL. Música al margen, ¿de qué se acompaña para escribir?
C.F. Si puedo, de una olla hirviendo con alimentos dentro. Siempre, tabaco, cuaderno y boli, a poder ser bic.
FL. ¿Cómo se documenta para sus novelas?
C.F. De ninguna manera.
FL. ¿Es de los que llevan una libretita siempre a mano y va anotando secuencias, ocurrencias, cachitos de inspiración? /// ¿Nos leería algo de lo último que haya escrito en esa libreta?
C.F. Yo escribo a mano siempre. Y te leo lo que tú me pidas, pichón.
FL. ¿Empieza por el título o el título ya surgirá?
C.F. Ya surgirá y ya llegará alguien que lo cambie.
FL. ¿Corrige mucho?
C.F. No. Soy perezosa y escribo a mano, lo que ya supone un par de escrituras por lo menos.
FL. ¿Qué manías o supersticiones tiene mientras trabaja, mientras crea?
C.F. ¿Tengo yo pinta de tener manías o supersticiones? Trabajo serena, si eso contesta la pregunta.
FL. ¿Cómo se titula la novela, cuento, escrito…, que guarda en un cajón?
C.F. No tengo cajones. Para tener cajones hay que tener casa.
FL. ¿En qué está trabajando ahora?
C.F. De corista, sobre todo.
FL. ¿Qué está leyendo ahora mismo?
C.F. Dickens.
FL. ¿Qué libro/libros nos recomienda, además de lo suyo?
C.F. La Celestina (Fernando de Rojas), Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sender), Grandes esperanzas (Charles Dickens), Dos damas muy serias (Jane Bowles), El camino del tabaco (Erskine Caldwell), El extranjero (Albert Camus), El señor de las moscas (William Golding), Una humilde propuesta (Jonathan Swift)…
FL. Y de la balda “rarezas y curiosidades” de su librería, ¿algún descubrimiento que quiera compartir con nosotros?
C.F. Plop, de Rafael Pinedo.
FL. ¿La mejor forma de matar?
C.F. De aburrimiento.
FL. ¿Su entretenimiento favorito?
C.F. Los delitos no se confiesan.