Cuestionario Fiat Lux
En su expediente leemos que está al frente de una empresa “dedicada a la realización de proyectos de competitividad territorial, desarrollo comunitario y de ciudades”. También que se inició en la escritura “a la edad de doce años tras ver la película Le magnifique de Jean Paul Belmondo y Jacqueline Bisset”.
Jordi Llobregat, creador y director de Valencia Negra, acaba de publicar su primera novela, “El secreto de Vesalio”, y entre presentaciones y promociones ha pasado por la oficina para responder al #CuestionarioFiatLux: “¿A quién mataría? Ya que estamos, a usted estaría bien”.
Fiat Lux. ¿Por qué le dio por escribir novela negra?
Jordi Llobregat. Me encanta la novela negra, de igual modo que me gustan otros géneros, por ese motivo El Secreto de Vesalio es una mezcolanza entre novela negra, histórica, thriller de suspense…
FL. En el juego de policías y ladrones, ¿con quién iba?
JL. Con los ladrones, siempre me gustó mucho ser perseguido.
FL. Tiene licencia novelesca para matar / Tenemos licencia literaria así que no se corte: ¿A quién mataría?
JL. Ya que estamos, a usted estaría bien. ¿Qué le parece?
FL. ¿Qué o a quién atracaría?
JL. Me encantaría atracar la sede del FMI, la casa de Cristiano Ronaldo o Messi, o el Ministerio de Hacienda, no espero mucho botín pero si satisfacción.
FL. Si fuese detective, investigador, sabueso… ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
JL. Una mezcla de Lennox, Bernie Gunther, Patrick Kenzie y Charlie Parker.
FL. Si fuera criminal, desde asesino a atracador, valen todos los palos, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
JL. Hannibal Lecter, Jack el destripador, Fantômas y Tom Ripley.
FL. Díganos su escritor o escritores del negociado negrocriminal preferido/preferidos, y su/sus porqué/porqués
JL. John Conolly, Peter May, Craig Russell, Phillip Kerr… El primero por su capacidad de incorporar lo fantástico a la novela negra, el segundo por, sobre todo en su primera novela, conseguir enmarcar un espacio tan singular como las islas escocesas, el tercero por su personaje Lennox y la fantástica Glasgow de los cincuenta y el último por su serie fabulosa de la Alemania Nazi y su detective con problemas de conciencia.
FL. ¿Qué noticia, asunto de actualidad, ve o vería como argumento para novela negra? // ¿Y cómo podría ser o sería el planteamiento?
JL. Las últimas elecciones son un buen argumento para una y mil novelas. Un planteamiento posible sería: la noche de las votaciones aparece el recién reelegido alcalde asesinado en su despacho. Está desnudo, atado a su propia silla y estrangulado con una media. El despacho está cerrado por dentro y su única ventana está cerrada también. El último whatsapp que recibió su móvil contiene una declaración de amor de su principal adversario político…
FL. ¿Por qué se escribe tanta novela negra?
JL. Porque se lleva. Porque es un buen instrumento para contar lo que nos importa. Porque… ¿Por qué no?
FL. ¿Por qué se compra o se lee tanta novela negra?
JL. Porque a todo el mundo le gustan las buenas historias y últimamente disfrutamos, tanto en nuestro país como fuera de él, de grandes escritores y de muy buenas historias.
FL. ¿Usted qué piensa, que se lee novela negra por envidia (del bueno o del malo) o para aprender (a ser malos o a descubrir malos)?
JL. Seguro que un poco de todo. Nos atrae el Mal, queremos parecernos al héroe, nos gusta aprender de las novelas… Pero sobre todo, nos atrae el Mal.
FL. ¿Todos somos un poco (o un mucho) criminales?
JL. Sin duda, a todos nos gusta infringir la Ley aunque sea un poquito. Alguna vez lo hemos hecho y lo recordamos con una media sonrisa y gesto culpable.
FL. Puestos a elegir, ¿usted sería el criminal o el detective, el asesino o el policía, el ladrón o el investigador?
JL. El investigador, siempre que no pudiera ser Fantômas.
FL. Dígame una ciudad para cometer un delito
JL. Cualquiera es buena, pero puestos a elegir sería ideal un pequeño pueblo rural de menos de cien habitantes.
FL. Cine Negro: una película (o unas películas)
JL. El tercer hombre de Carol Reed, La dama de Shanghái de Orson Wells y La noche del cazador de Charles Laughton, por ponernos en plan clásico…, hay tantas.
FL. Póngame una banda sonora para leer novela negra
JL. Cualquier cosa de Charlie Parker, un clásico total.
FL. ¿Usted se pone música para escribir? ¿Qué música?
JL. No, suele desconcentrarme.
FL. ¿Cómo es su espacio de trabajo?
JL. Un caos, pues lo comparto con la ropa por planchar, los juguetes, muñecos y cuentos de mi hija, restos de mi última incursión en la nevera, la documentación que se amontona de cualquier manera… Acabo marchándome a otro lado de la casa.
FL. ¿Cómo escribe; cuándo; cuánto…?
JL. Escribo cuando puedo. O muy pronto por la mañana -a partir de las cinco de la mañana- o muy tarde. Pero preferiblemente por la mañana. Suelo escribir entre cero y mil palabras al día, depende de cómo se me dé la jornada.
FL. Música al margen, ¿de qué se acompaña para escribir?
JL. En invierno, de una taza de algo caliente (café, chocolate,…) y cuando llega el buen tiempo, de algo bien frío. También de algo de picar, aunque eso me distrae y acaba ensuciando todo lo que tengo sobre la mesa.
FL. ¿Cómo se documenta para sus novelas?
JL. Siempre que sea posible, me encanta ver in situ los espacios donde transcurre la acción. Además de acumular libros de temáticas relacionadas con la novela, textos de la época que esté trabajando, consultar hemerotecas y bases de datos por internet, hablar con testigos de algún suceso o expertos de algún tema…
FL. ¿Es de los que llevan una libretita siempre a mano y va anotando secuencias, ocurrencias, cachitos de inspiración? /// ¿Nos leería algo de lo último que haya escrito en esa libreta?
JL. Suelo llevar una libreta con ese objetivo, pero soy un desastre y olvido anotar esas grandes ideas que me permitirían alcanzar la cumbre de la literatura y además suelen robármela en casa para otras funciones más ordinarias. En mi última anotación puede leerse: “Tomates, leche desnatada, papel higiénico, harina y huevos para el pastel de mañana…”
FL. ¿Empieza por el título o el título ya surgirá?
JL. El título al final. Estoy totalmente imposibilitado para escribir el título antes.
FL. ¿Corrige mucho?
JL. Mucho. Escribir es corregir. Si no lo tienes claro, dedícate a otra cosa.
FL. ¿Qué manías o supersticiones tiene mientras trabaja, mientras crea?
JL. No tengo, excepto estar solo y tener algo de beber a mano.
FL. ¿Cómo se titula la novela, cuento, escrito…, que guarda en un cajón?
JL. Las torres. El título es penoso.
FL. ¿En qué está trabajando ahora?
JL. Estoy en un proyecto que necesita varias novelas, pero no es seguro que siga con ello, estoy tanteando… y hasta aquí puedo declarar. Si no me atan y golpean dos sicarios, no pienso desvelar nada más.
FL. ¿Qué está leyendo ahora mismo?
JL. Llevo tres libros al tiempo: El invierno del lobo de John Conolly, Les dones de la Principal de Lluís Llach y La República Neumática de Jaume Valor Montero.
FL. ¿Qué libro/libros nos recomienda, además de lo suyo?
JL. Sin duda, La ciudad de la memoria de Santiago Álvarez, una novela negra ideal para los amantes del género y la buena literatura. También cualquiera de las novedades de los autores que han asistido al Festival de Valencia Negra: la calidad de alguna de ellas es verdaderamente escalofriante.
FL. Y de la balda “rarezas y curiosidades” de su librería, ¿algún descubrimiento que quiera compartir con nosotros?
JL. Quizás pueda considerarse así El libro de los médiums. Guía de los médiums y de los evocadores de autor desconocido y que según la misma sinopsis contiene la enseñanza especial de los Espíritus sobre la teoría de todos los géneros de manifestaciones, los medios de comunicarse con el mundo invisible, el desarrollo de la mediumnidad, las dificultades y los escollos que se pueden encontrar en la práctica del Espiritismo. Me fue muy útil para la novela.
FL. ¿La mejor forma de matar?
JL. Con una almohada mientras duerme la víctima es ideal. Otra forma, aunque más lenta y cruel, es con una mala novela.
FL. ¿Su entretenimiento favorito?
JL. Leer, conversar con amigos, mirar un paisaje desde lo alto de una montaña en silencio, ver a la gente pasar desde la ventana de un bar… ¡ah! Y leer el último número de Fiat Lux. ¡Por supuesto!