“Las bodegas de barrio y los colegas son mis fuentes, a veces me dan la novela hecha”.
No somos na es la divisa de este madrileño “del barrio de Canillejas” que en vez de tarjeta lleva folio de visita: “Paco Gómez Escribano. Novelista. Poeta. Articulista. Reseñista. Ingeniero Técnico Industrial y profesor de electrónica. Músico: batería y guitarrista en “Ochentacos” y “Rock & Books”. Devoto de Julián Ibáñez, Andreu Martín, Juan Madrid y Humphrey (el detective de Luis Gutiérrez Maluenda). Procuro ser buena persona y tengo mucha paciencia, pero cuando me cabrean no respondo”. No somos na.
El pasado marzo publicó su primera novela negra, “Yonqui” (Ed. Erein), en la que de la mano de El Botas retrata de forma brutal en Canillejas toda una época de quinquis, drogas y rock and roll, “el de la otra movida”. Del mismo paño tiene otras dos terminadas, con las que creará la Trilogía de Canillejas, y con esa terna seguirá dando empaque al género barrionegro después de haber experimentado el thriller exotérico con “El círculo alquímico” y “Al otro lado” (Ed. Ledoria, ambas).
Es Paco Gómez Escribano que mataría “de un balazo, rápido y sin preguntas”.
Fiat Lux. ¿Por qué le dio por escribir novela negra?
Paco Gómez Escribano. Porque me encanta el género. No obstante, creo que la época es la adecuada. Desde que era crío he mantenido un pulso con ella. Leía novela negra y notaba que enganchaba, por lo menos a mí, así que siempre la abandonaba premeditadamente para leer otras cosas: histórica, costumbrista, etc. Pero siempre volvía a ella. Cuando notaba el enganche volvía a soltarla. Hasta que me ha enganchado definitivamente y lo demás me parece blando y cursi. El género negro es el único a través del cual puedes hacer un retrato social de una época. Por eso me mola.
FL. En el juego de policías y ladrones, ¿con quién iba?
PGE. Cuando era crío y creía en el sistema iba con los policías. Cuando dejé de creer en él me cambié de bando.
FL. Tiene licencia novelesca para matar / Tenemos licencia literaria así que no se corte: ¿A quién mataría?
PGE. No puedo contestar sinceramente a esta pregunta. Hay cosas que están penadas, y más en los tiempos que corren.
FL. ¿Qué o a quién atracaría?
PGE. Me remito a la contestación anterior. Aunque no es difícil de imaginar ¿no?
FL. Si fuese detective, investigador, sabueso…, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
PGE. Me gusta el Humphrey de Luis Gutiérrez Maluenda y el Toni Romano de Juan Madrid. Y si de guiris hablamos, Marlowe y Spade, of course.
FL. Si fuera criminal, desde asesino a atracador, valen todos los palos, ¿quién o quiénes sería/serían su/sus modelo/modelos?
PGE. Los tipos que asaltaron el tren de Glasgow. Y en plan Berlanga, nuestro atracador patrio por excelencia, el Dioni. Cometió muchos errores, pero eso es parte de las simpatías que despertó en su tiempo.
FL. Díganos su escritor o escritores del negociado negrocriminal preferido/preferidos, y su/sus porqué/porqués
PGE. La Santísima trinidad del crimen español: Julián Ibáñez, Andreu Martín y Juan Madrid. Y el mosquetero Luis Gutiérrez Maluenda. Ibáñez porque clava el Hard Boyled y ese subgénero quizás sea el que más me gusta. Andreu porque cuando leí Prótesis comprendí que Dios era este señor, y no el que me habían contado. Juan porque sus historias son cojonudas y transcurren en Madrid, mi ciudad. Y Maluenda porque…, joder, porque es un crack y sabe generar unas situaciones tragicómicas como nadie. De los guiris me quedo con Chandler y Hammett. Es que soy muy purista.
FL. ¿Qué noticia, asunto de actualidad, ve o vería como argumento para novela negra? // ¿Y cómo podría ser o sería el planteamiento?
PGE. El otro día vi una noticia que me dejó flipando. Resulta que absolvieron a un camello de coca porque estaba tan cortada que apenas llevaba droga. El planteamiento podría ser el siguiente: el tipo sale del juzgado pensando en la jodida crisis y que ha sido ella quien le ha salvado realmente de ir al trullo, ya que desde hace tiempo tiene que cortar la farlopa mucho más para obtener beneficios.
FL. ¿Por qué se escribe tanta novela negra?
PGE. Porque cuando se tiene una crisis económica, política y de valores como la que tenemos, la gente se hace más descreída, más cínica. También los escritores. Bueno, algunos. Pero la crisis es un buen caldo de cultivo, hay infinidad de temas para inspirarse.
FL. ¿Por qué se compra o se lee tanta novela negra?
PGE. Un poco por lo anterior. Pero además, en el fondo, la gente siempre ha querido ser Robin Hood, atracador o un poli como los de las películas. Y esta variedad de arquetipos solo te la ofrece el género negro. Y morbo, que no falta.
FL. ¿Usted qué piensa, que se lee novela negra por envidia (del bueno o del malo) o para aprender (a ser malos o a descubrir malos)?
PGE. Sí, quizás. La mayoría de la gente somos normales y llevamos vidas normales. Nos gusta meternos en la piel de los buenos y de los malos, aunque sea en los de ficción. Es a lo máximo que podemos aspirar dadas las expectativas que tenemos los ciudadanos medios.
FL. ¿Todos somos un poco (o un mucho) criminales?
PGE. Es algo sobre lo que los expertos no se ponen de acuerdo. Exceptuando psicópatas o personas con patologías de alguna otra índole no está claro si hay buenos y malos o todos llevamos ambas semillas. A mí me llamó mucho la atención la detención de uno de los altos mandos serbo-bosnios por criminal de guerra. Él solito se había cepillado a más de cien mil personas. Pues resulta que el tipo, antes de la guerra, era representante de fotocopiadoras. Eso me lleva a pensar que, a lo mejor, si no hubiese estallado la guerra, el tipo habría seguido vendiendo fotocopiadoras hasta la jubilación. O a lo mejor no, quién sabe.
FL. Puestos a elegir, ¿usted sería el criminal o el detective, el asesino o el policía, el ladrón o el investigador?
PGE. No lo sé, tendría que verme en la situación. Yo procuro ser una buena persona y tengo mucha paciencia, pero cuando me cabrean no respondo. Me llama mucho la atención la figura romántica del detective novelesco, pero no es real, por lo menos en España. También la del investigador policial me mola. Ahora, que dar un buen palo, limpio y sin mancharte las manos de sangre…
FL. Dígame una ciudad para cometer un delito
PGE. Madrid.
FL. Cine Negro: una película (o unas películas)
PGE. El padrino, Uno de los nuestros, Casino, Seven, Pulp Fiction… Y de cine patrio El crack y El clavo.
FL. Póngame una banda sonora para leer novela negra
PGE. Siempre leo en silencio, pero puestos a elegir… Quizás Pink Floyd.
FL. ¿Usted se pone música para escribir? ¿Qué música?
PGE. No, no me mola escribir con música. Aunque para escribir la última en algunos capítulos tuve la necesidad de escuchar a Burning. Así lo hice.
FL. ¿Cómo es su espacio de trabajo?
PGE. Un desastre lleno de papeles y calcetines.
FL. ¿Cómo escribe; cuándo; cuánto…?
PGE. Cuando ando con una novela escribo todos los días, aunque sean dos páginas, por no perder el hilo. El propósito es diez folios por día, pero esto no siempre se cumple. Y me da igual la hora.
FL. Música al margen, ¿de qué se acompaña para escribir?
PGE. La cajetilla de tabaco y silencio.
FL. ¿Cómo se documenta para sus novelas?
PGE. Paseo por el barrio y observo aunque mi fuente principal son las bodegas de barrio y los colegas. A veces me dan la novela hecha.
FL. ¿Es de los que llevan una libretita siempre a mano y va anotando secuencias, ocurrencias, cachitos de inspiración? /// ¿Nos leería algo de lo último que haya escrito en esa libreta?
PGE. No, no llevo libreta, pillo de oído. Por tanto no puedo leeros nada, aunque sí os voy a leer un párrafo de mi última novela en primicia: » En el callejón hay un tipo siniestro. Fuma un cigarrillo tras otro y camina dando cortos paseos de esquina a esquina. Falta una hora para que amanezca. La calle está vacía, solo algunos coches y autobuses iluminan las gotas de lluvia que no paran de caer con el haz de luz de los faros. Hombres de todas las edades van poblando poco a poco las calles. La mayoría llevan tarteras que contienen tortillas, filetes empanados o algún guiso que serán devorados a mitad de la jornada laboral. Los que pasan al lado del hombre que parece que custodia el callejón, bajan la mirada, incluso se cruzan de acera. Su acentuada cojera y su ojo vacío dan miedo».
FL. ¿Empieza por el título o el título ya surgirá?
PGE. El título siempre es lo último. El argumento de la novela acaba dándotelo.
FL. ¿Corrige mucho?
PGE. Muchísimo. Aun cuando está acabada siempre pienso que no está acabada. Sí, le meto varias pasadas.
FL. ¿Qué manías o supersticiones tiene mientras trabaja, mientras crea?
PGE. Siento decepcionaros, pero no tengo manías. Como mucho, a veces, suelo salir a la terraza, para airearme, para coger ímpetu mientras fumo un pitillo.
FL. ¿Cómo se titula la novela, cuento, escrito…, que guarda en un cajón?
PGE. Jejeje… Sin plaza en el paraíso. Y creo que seguirá guardada en el cajón.
FL. ¿En qué está trabajando ahora?
PGE. Sigo trabajando el barrio en mis novelas. Acumulo dos novelas negras terminadas, una de ellas en fase de corrección. Pero ya he empezado otra, también del barrio.
FL. ¿Qué está leyendo ahora mismo?
PGE. Giley, de Julián Ibáñez.
FL. ¿Qué libro/libros nos recomienda, además de lo suyo?
PGE. Buffff…, hay tanto. Cualquiera de las clásicas de autores que ya he citado antes. Es imperdonable no leer a Alexis Ravelo, reciente ganador del Hammett. Este año me ha sorprendido Claudio Cerdán, no dejéis de seguirle. También las nuevas de los vascos Abasolo y Jon Arretxe y las de los canarios José Luis Correa y Javier Hernández Velázquez. De los guiris me decanto por la serie Lennox, de Craig Russell.
FL. Y de la balda “rarezas y curiosidades” de su librería, ¿algún descubrimiento que quiera compartir con nosotros?
PGE. Sí, las no publicadas (solo en e-book) de la serie Humphrey, de Luis Gutiérrez Maluenda.
FL. ¿La mejor forma de matar?
PGE. De un balazo, rápido y sin preguntas.
FL. ¿Su entretenimiento favorito?
PGE. Tocar la batería y la guitarra. Iba a decir leer y escribir, pero hubiese quedado muy previsible.