Gabriel García Márquez, “Gabo”. Quizá sin quererlo, el nombre del gran escritor colombiano guarda paralelismos con los capos literarios. Y de eso han hablado Juan Cruz y Sergio Álvarez en Getafe Negro: Gabo y la novela negra.
Su obra es extensa, pero Juan Cruz decide comenzar con ‘Relato de un naufrago’ y compararlo con “una especie de vademécum de la mejor forma de hacer un relato novelesco”. Un “libro ejemplar” porque “aunque sepas el final, lo lees con tensión”, asegura el periodista. “Siempre escribió de la realidad, aun cuando no despertaba interés” ya que el maestro “hacía magia con la realidad, ese es su realismo mágico”. “Lo único que le interesaba de los demás es que le contaran cosas”, concluye Cruz.
Turno ahora para Sergio Álvarez que cuenta algunas de las muchas cosas que él sabe de Márquez. “Hablar de Gabo fuera de Colombia es fascinante”, afirma rotundamente su compatriota que no duda en tacharle de “grandísimo conspirador”. Un autor sobre el que “se puede teorizar mucho porque su sombra es larga”, y que además “tuvo el honor de fundar una literatura”. Álvarez termina su primera intervención aclarando que “Márquez no nos mentía, construía verdades que nos hacen sentir”.
Toma la palabra de nuevo Juan Cruz que enlaza anécdotas personales y confidencias como que “en una de las últimas conversaciones que tuve con él, descreyó de Chávez, pero públicamente no podía hacerlo porque se convirtió en un diplomático más: Gabo era el jefe de filas”. También recuerda una llamada que le hizo, con uno de esos primeros móviles de batería de 10 kilos, para pedirle permiso para publicar una historia sobre Clinton y “el teléfono se quedó sin batería porque siempre que le llamabas preguntaba por toda la gente… me recitó el cristo bendito”. Finalmente consiguió su bendición para que Carlos Fuentes le diese la historia.
Vuelve Álvarez. Dice que “Gabo consiguió que los colombianos nos entendiésemos entre nosotros. Vivió las historias pequeñas y así pudo entender las grandes”. Cruz le da la razón y amplía diciendo que “Colombia era sus noticias y no la tragedia humana, hasta que llegó él”. En el mismo territorio de las noticias, Cruz recuerda que el periodismo ahora “es de datos y no de detalles… Gabo habría disfrutado con ‘el pequeño Nicolás’ y sabríamos hasta el nombre de sus padres, algo que nos es desconocido”.
Juan Cruz también rememora la anécdota de las solapas que contienen frases de Gabriel García Márquez: “si se fijan, siempre escribía lo mismo, ‘este es el libro que me hubiese gustado escribir”. Álvarez se ríe con esta verdad y habla de “cuando terminó el huracán mediático de ‘Cien años de soledad’, Gabo se quedó desvalido”. Pero con todo el dinero que ganó en ese momento, “paseó por las islas del Caribe y es ahí cuando descubre que tenía que escribir ‘El otoño del patriarca”.
Pero, ¿cómo llegó García Márquez a la novela negra? Álvarez asegura que cuando Gabo no era más que un niño, “se encontró una colección de cuentos policiacos y quedó fascinado con una persecución”. Desde entonces, “pasó más de 30 años volviendo a buscar ese cuento”.
Samuel García Arroyo (@SamuelGarAr)