Por Aramys Romero, (@AramysRomero)
Claudio Cerdán no es nuevo en esto, se nota. Irrumpió en la escena del género negro con ¨El país de los ciegos¨ en 2011 y se alzó con el Novelpol al año siguiente por ese trabajo. Lejos de bajar la guardia, ha seguido dando guerra con dos novelas de género más: ¨Cien años de perdón¨ y ¨Un mundo peor¨, ambas novelas finalistas en numerosos premios de género negro.
A estas alturas, lo que cabría esperar de un escritor como él, con su trayectoria, sería, una vez más, una novela de género negro, que para eso se le dan muy pero que muy bien. Pues va a ser que no. O casi que no, vaya. Claudio ha optado esta vez, con bastante valentía y excelente resultado, por una novela que mezcla hasta cuatro géneros distintos –si me permitís jugar un poco con las etiquetas-. Desde la novela histórica, raíz indiscutible y escenario de esta novela, pasando por la novela negra, con unos crímenes espeluznantes sin resolver, para acabar en la fantasía y el terror, que se dan la mano bajo la premisa de una criatura absolutamente atroz y despiadada.
Como se ve, el juego es arriesgado y espinoso. Pero si mezclar cuatro géneros no fuera suficiente, Cerdán se ha envalentonado y nos ha situado la historia en un pequeño, pequeñísimo pueblo de la despedazada Rusia de 1919, cuando los zaristas del Ejército Blanco intentan frenar el avance imparable de los revolucionarios comunistas del Ejército Rojo, alzados en armas en una guerra cruel y fratricida.
El resultado, lo digo antes de enrollarme mucho, es espectacular.
Lo que a todas luces podría ser complicado de amalgamar, de llevar en una sola dirección, o, peor aún, de necesitar de la inquietante cantidad de miles de páginas al más puro estilo Ken Follet, Cerdán lo soluciona con un ritmo y una fuerza en perfecta y deliciosa armonía, con un escenario tan contundente que da auténtico pavor imaginarse siquiera la historia, y con unos personajes TAN magníficamente perfilados, inhumanos (por crueles) e incontestables, que se necesitan varias páginas para asumir una tras otra sus violentas, crudas, gratuitas o aterradoras decisiones.
Uno de nuestros protagonistas, o el mayor de ellos, es el capitán Aleksandr Strahov, un tipo joven y con todas las aspiraciones posibles, al que el máximo representante del Ejército Blanco le pide que se traslade a ¨Kladbitshe¨, una pequeña y destrozada aldea rusa a orillas de un lago helado. El pueblo es de una estrategia absoluta para la guerra, y hay que defenderlo a toda costa y pase lo que pase. Si Strahov consigue repeler el ataque enemigo y aguantar la posición, será recompensado con un gran ascenso. Y otra cosa, Strahov también debe cazar al brutal asesino que está diezmando las filas del ejército Blanco en la aldea, es un enemigo de la patria al que hay que fusilar.
La trama es intensa, oscura, rica, bien desarrollada, sin flecos. Una historia atroz contada con sumo detalle, para goce del que aquí escribe, perfectamente perfilada y muy bien narrada. La historia ocurre en pleno paramo ruso, donde “el frío cala hasta el tuétano de los huesos y ya no te lo quitas nunca más”. Unos paisajes desoladores y una guerra brutal son los protagonistas mudos, los escenarios de las vivencias de los personajes, y Cerdán tiene un don para transmitir la inmundicia, la pobreza, el frío, la angustia, el miedo y la violencia, una manera de escribirlo que asusta.
Pero es que los personajes son otra de las piezas claves de la novela –junto con ese paisaje desolador e inhumano- , unos pilares donde se asienta la trama y donde todo se sucede a su alrededor: ¨El Maestro¨, es uno de los mejores personajes que he visto en los últimos tiempos, un hibrido entre cazador de monstruos y sacerdote, un ser ultra violento y cabezota, pero con una educación refinada y un sentido del humor negro absolutamente espectacular y que ha conseguido arrancarme infinidad de sonrisas durante la lectura. Y con ¨El Maestro¨, su fiel ¨Aprendiz¨ una versión aniñada del anterior, absolutamente impresionante y pavorosa. Y no solo estos dos, podría hablar de Chernigovsky, o de Gogniev o de Irina, personajes, uno tras otro, que perfilan una trama llena de perdedores, de arruinados, de desalmados, de hundidos, de renegados, de malditos, de sumisos, de ultrajados. Un conjunto de seres humanos despojados de todo, que viven con la débil creencia de otra oportunidad.
Una historia que destila violencia, suciedad y frío, donde, lamento decirlo tan claro, la esperanza no tiene cabida.
Siempre me ha gustado la manera de narrar de Cerdán, pero en “La revolución secreta” ha dado un salto cualitativo, un paso increíble hacia una solidez muy notoria, muy palpable. Cerdán ya no es el chico de apariencia universitaria que se esconde tras unas gafas y un pequeño bigote que vemos en la foto de las solapas de sus libros. Cerdán se ha convertido en un tipo monstruoso capaz de cualquier cosa, un tipo que asume riesgos y sale vencedor, un hombre lleno de aspiraciones, lleno de ideas, con técnica, con ganas. Alguien a quien lo desconocido no asusta. Un poco como Strahov.
¿Qué será lo próximo?
“La revolución secreta”, Claudio Cerdán, Editorial AlRevés