Hay gente que no lee, gente que lee un poco, gente que lee mucho, devoradores de libros y luego estamos los frikis de los libros. Los frikis de los libros nos distinguimos de todos los demás porque no solo leemos sino que, además, tenemos la necesidad vital de poseer libros y tenemos también la necesidad vital de hablar de libros.
He descubierto a Ken Bruen porque soy una friki de los libros y me junto con frikis. Una amiga a la que conocí gracias a mi frikismo me lo dio y me dijo: “Lee, es muy bueno”. Y ya, no dijo nada más, ni de dónde salió el libro, ni quién era el Bruen ése, ni por qué era bueno.
Ken Bruen ha escrito el libro perfecto para mí. Yo, que soy de personajes, he disfrutado como nunca de Maderos, la primera de la serie de Jack Taylor. Bruen pasa de la trama y de todo y se mete en la cabeza de Jack Taylor. Y la cabeza de Jack Taylor es un lugar muy interesante.
Taylor es un hombre de unos cincuenta años al que echaron de la policía por alcohólico, y debe de ser muy alcohólico porque resulta que en la policía irlandesa beber mucho es lo normal. Está más solo que la una. Tiene tres amigos; no quiero decir que sean pocos, quiero decir que son tres: Sean, Cathy B y Sutton. Se lleva bien con el jefe de los borrachos, Padraig. Se lleva mal con sus ex-compañeros de la policía. Hay uno, que es un cristiano de esos que redescubren a dios, que más o menos le echa una mano, pero es solo porque dios le dice que lo haga, y así no tiene mérito. Hay un momento que parece que va a ligar pero no, solo es un amago. Acaba viviendo en un hotelito, lo que aquí sería una pensión de esas de toda la vida con tapetes en las mesas y visillos en las ventanas, tomando copas con la dueña, que podría ser su abuela. En fin, una mierda de vida de verdad.
Por eso, cuando Ann Henderson le encarga que demuestre que su hija no se suicidó, el tío se sorprende. Porque…: ¿quién en su sano juicio le encargaría nada a él? Taylor no solo es un desgraciado que se tortura a sí mismo sino que, encima, tiene baja la autoestima.
Jack Taylor, entre borrachera y borrachera, investiga y se mete de lleno en la mierda que cubre el mundo, esa en la que los ricos saben que pueden hacer lo que les dé la gana, esa en la que la policía mira hacia otro lado cuando un rico hace lo que le da la gana por muy ilegal que sea… Y por muy sucio que sea ese mundo, sigue siendo mucho peor lo que tiene en su cabeza.
A Jack Taylor se le acaba el mundo conocido, que no es que fuera gran cosa pero era su mundo. Su vecina de arriba, una pija insoportable, ha comprado el edificio y le quiere echar. Pilla una borrachera monumental y acaba en un psiquiátrico. Muere gente a la que quiere y no está ahí para despedirse. Está harto de él mismo así que decide que lo mejor será huir hacia delante. Sueña con dejarlo todo e irse a Londres, no sé muy bien a hacer qué, ni él no lo sabe.
Todos hemos soñado alguna vez en escaparnos de nosotros mismos pero no podemos. Jack Taylor tampoco. En realidad, aunque
no siempre lo consiga, él es de los que hace lo que tiene que hacer y ya está. Así que antes de irse va a acabar lo que empezó, en el mismo lugar en el que empezó. Porque a veces “a man’s gotta do what a man’s gotta do”.
Descubrir a Ken Bruen ahora es una desgracia. En España lo publicó la editorial Tropismos, que hace ya mucho dejó de existir, así que sus libros son difíciles de conseguir. Total que ahora voy a tener que buscar en librerías de segunda mano, bibliotecas, y colegas frikis como yo para poder leerle más. No debería ser tanto trabajo leer a gente buena.
Maderos, Ken Bruen, Editorial Tropismos.