Por Ricardo Bosque (@ricardo_bosque)
En estas fechas tan señaladas, además de langostinos, turrones, polvorones y colesteroles de diverso pelaje, en la mesa de un buen aficionado al género negro no pueden faltar los libros, ya sea para regalar, para que te regalen o para regalarte si no tienes padre ni madre ni perrito que te ladre. Van aquí mis tres recomendaciones, todos ellos clásicos si bien dos recientemente editados en España. Y, como si de un chiste malo se tratase, van un americano, un francés y un japonés…
El americano, en realidad, son diez, los diez integrantes de American Noir, la selección hecha por James Ellroy y Otto Penzler y que acaba de editar Navona. Diez relatos brutales, diez auténticos mazazos, especialmente los cuatro más breves que responden al estilo más genuinamente pulp y que llevan el sello perfectamente reconocible de James M. Cain, Michael Spillane, Jim Thompson y David Goodis (auténtico póker de ases), muy dignamente escoltados por otros algo más extensos firmados por Ellroy, Oates, Highsmith, Block, Lehane y Leonard.
Como muy acertadamente escribe Penzler en su prólogo, «si usted encuentra algo de luminosidad o comicidad en estas páginas, insistiré en recomendarle que acuda a la consulta de algún especialista en trastornos mentales».
No sé si ya es Japón en el Cortinglés, pero sí lo fue en octubre en Getafe Negro. Y una de las novelas que tuve ocasión de leer poco después fue El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto, publicada originalmente por entregas entre 1957 y 1958 y que llega ahora a nuestro país de la mano de Libros del Asteroide.
El expreso de Tokio es uno de los muchos ejemplos que se pueden poner al hablar de literatura criminal japonesa, de su alta calidad literaria, de la meticulosidad de las tramas, del perfecto desarrollo psicológico de los personajes, de lo que los nipones denominan «la calma en acción» para describir ese modo de escribir tan peculiar, con un ritmo mucho más pausado de lo que se estila en occidente que no va jamás en detrimento del interés por seguir leyendo… Por si fuera poco, es una de las novelas de las que, dentro del honkaku -misterio- responden a una temática que constituye todo un subgénero en Japón: las novelas de trenes.
Por último, mi tercera recomendación es, sencillamente imprescindible: Trampa para Cenicienta, de Sébastien Japrisot (anagrama de Jean-Baptiste Rossi).
Japrisot escribió sólo tres novelas de género criminal: El tren de la muerte, Trampa para Cenicienta (ganadora del Grand Prix de littérature policière en 1963) y La mujer del coche con gafas y un fusil, estas dos últimas para enmarcar.
La Cenicienta de Japristot narra la historia de dos amigas inseparables, Mi y Do (existió una La que murió muy joven) y de cómo una de ellas falleció en un trágico incendio en una casa de Cap Cadet, a pocos kilómetros de Marsella.
¿Cuál de ellas? Ah, se siente, no te lo pienso decir, deberás averiguarlo por tus propios medios y dentro de la trampa continua a que el autor nos somete en este excelente manual sobre la complejidad de la mente humana, especialmente si esa mente tiene ciertos instintos o delirios criminales.
Editada por Plaza & Janés en 1969 y 1984 y por Fórum en 1983, tal vez te resulte más fácil encontrarla en la edición de El Aleph de 2006. Si no es así, tienes mi permiso para robarla de una biblioteca pública o piratearla como sea, pero léela.