FIAT LUX sigue las huellas del desconocido creador de Bitcoin, la principal amenaza para el monopolio de gobiernos y bancos centrales. Nos detenemos en los crímenes ligados a esta moneda.
GUILLERMO ABRIL
Satoshi Nakamoto no existe. Es un fantasma. Una nebulosa en Internet. Nadie. La mano negra. Una cuenta de correo electrónico, «satoshin arroba ge eme equis punto com», y una página web, bitcoin.org. Un legado de 31.000 líneas de código C++. Cerca de 80.000 palabras en aclaraciones y ampliaciones. En algún momento aseguró que tenía 36 años y que era japonés, pero siempre se expresó en un inglés impecable, muy británico. Y al otro lado del ordenador. Su primera aparición en la Red, el 8 de noviembre de 2008, se produjo menos de un mes después de la caída de Lehman Brothers. No parece una coincidencia. Escribió a una lista de correo sobre criptografía: “He estado trabajando en un nuevo sistema de dinero electrónico que es totalmente peer to peer [entre iguales], sin un tercero de confianza”. Y adjuntó un estudio de nueve folios, de corte académico, “Bitcoin: un sistema de dinero electrónico peer to peer«. En la primera línea daba pistas de sus intenciones. Su creación permitiría que los pagos en línea pudieran ser enviados de un usuario a otro “sin necesidad de pasar por una institución financiera”. Nadie prestó atención.
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