Crónicas 2

Pardo Bazán estrenó el género policíaco en España


“El misterio de un crimen es su psicología, los abismos del corazón que descubre, la luz que arroja sobre el alma humana, sobre el estado social de una nación, sobre una clase, sobre algo que rebase los límites de la caja de caudales, la cómoda o el armario forzado, el baúl destripado, la cartera sustraída”.  Emilia Pardo Bazán, “Como en las cavernas”, 1901.

Toda una declaración de intenciones de la escritora coruñesa considerada la mejor novelista española del siglo XIX en cuya obra (y vida) entra la lupa Black & Noir de Agustín González, para concluir que Emilia Pardo Bazán estrenó, con ‘La gota de sangre’ (1911), el género policíaco en España.

Pasen y lean.

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Doña Emilia.

Por Agustín González.

 

No se sabe si Emilia Pardo Bazán descubrió a Sir Arthur Conan Doyle a partir de sus lecturas en España, o si fue en alguna librería londinense durante alguno de sus viajes. Sea como fuere, Sherlock Holmes entró en su vida y la inspiró para llevar a cabo el experimento de adaptación del género policíaco al contexto de la sociedad española. Este proyecto, en el que tuvo mucho que ver el Naturalismo, iba a ser fundamental en la historia de nuestra literatura y, en particular, en la historia de la novela negra en España.

Emilia Pardo Bazán nació en 1851, coincidiendo con el comienzo del declive del Romanticismo. La sociedad burguesa pide una literatura que sea el reflejo del ambiente en que se desarrolla su vida, de sus preocupaciones, de sus inquietudes. Ésta es la orientación que va a seguir la novela con el Realismo, donde los autores van a observar el mundo que los rodea; de esta forma, los hechos y los ambientes serán verosímiles, los lugares reales y los personajes creíbles.

Sin embargo, hacia 1870 surge en Francia, de la mano de Émili Zola, una nueva tendencia literaria que, conocida como Naturalismo, viene a ser la continuación de las tendencias realistas; “su nota más aguda” en palabras de Emilia Pardo Bazán. Zola creía que el novelista no debía limitarse a observar, sino prestar más atención al análisis sociológico de las circunstancias y a la perspectiva social de sus héroes de ficción. Zola pretendía que la novela adquiriese valor social y científico, para lo cual elegía ambientes de degeneración y miseria, con tipos humanos extremos: enfermos, locos, alcoholizados…, a fin de demostrar la influencia del medio, de la fisiología y de la herencia biológica sobre el ser humano. Emilia Pardo Bazán se interesa enseguida por el Naturalismo francés, dándolo a conocer  en España en una serie de artículos conocidos como la “La Cuestión Palpitante”.

Emilia se ve obligada, desde muy joven, a viajar por motivos familiares y pasa largas temporadas en distintos países europeos; durante toda su vida viajará con frecuencia por Europa, pasando largas temporadas en París. Su mente abierta y su instinto pedagógico le llevan a adoptar e introducir en España no sólo el  Naturalismo francés, sino otras corrientes intelectuales europeas como la novela rusa y las ideas feministas. Hacía falta valor (y más siendo mujer) para opinar por escrito sobre el naturalismo francés en la España de su época. De hecho, la publicación de la “Cuestión Palpitante” le costaría el matrimonio.

Desde sus comienzos la novela policíaca fue considerada como un género menor, literatura de segundo orden. El mismo Conan Doyle se avergonzaba de su personaje (Sherlock Holmes) y no tenía estima por el género que tanta fama iba a darle; sin embargo, Emilia Pardo Bazán, como era habitual en todo lo que emprendía, se lanzó a la novela policíaca sin complejos, viendo sus deficiencias, pero también sus infinitas posibilidades narrativas.

Testigo privilegiado y perspicaz de la sociedad de su época, Emilia, no se limitó a observar, sino que iba a opinar de forma apasionada sobre los acontecimientos de toda índole ocurridos durante su vida a través de innumerables artículos periodísticos; así cuando escribe sobre la novela policíaca anglosajona da a conocer sus deficiencias: la sumisión excesiva a la moral victoriana que impide un tratamiento auténtico y real del tema policial que se investiga, y los personajes con escasa definición psicológica, lo que impide las deducciones sobre el alma humana, donde reside el verdadero misterio para nuestra autora. Pero también alaba el nuevo género, pues es consciente de su largo alcance, criticando la tardanza con que llegan a España las novelas y cuentos policíacos de Conan Doyle.

En sus artículos sobre la criminalidad en España, verdadera crónica del crimen de su tiempo, critica las estructuras encargadas de mantener el orden, y llega a decir que las fuerzas de la policía nacional carecen de energía y motivación, al tiempo que desconocen las técnicas policiales modernas, en consecuencia, pide un cambio a imagen y semejanza de los cuerpos policiales “de las grandes ciudades europeas, donde la autoridad es educada y educadora”, un cambio que reconcilie al maltratado pueblo español con las desdeñadas fuerzas del orden.

Asimismo, contempla el crimen desde una óptica más amplia, teniendo en cuenta factores de orden educativo, policial y penal, sin obviar la responsabilidad de la sociedad ante el hecho criminal. Emilia Pardo Bazán condena los actos criminales, pero considera que el sistema social existente es la causa principal de que se produzcan y, en muchos casos, estima culpable a la sociedad antes que al delincuente.

“Yo tengo por crímenes vulgares los que llevan por móvil el robo, y no les llamo verdaderamente misteriosos nunca, porque el misterio, en un crimen, no consiste en que se ignoren los autores (a esta cuenta son misteriosos casi todos los crímenes que se cometen en España, donde nunca “son habidos” los autores susodichos). El misterio de un crimen es su psicología, los abismos del corazón que descubre, la luz que arroja sobre el alma humana, sobre el estado social de una nación, sobre una clase, sobre algo que rebase los límites de la caja de caudales, la cómoda o el armario forzado, el baúl destripado, la cartera sustraída”. Escribía Emilia Pardo Bazán en “Como en las cavernas” en septiembre 1901.

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Imagen propiedad de todocoleccion.net

En 1853 la publicación de “El Clavo” de Pedro Antonio de Alarcón marca el principio del género policiaco en España; con posterioridad se publica “La incógnita”, novela de Benito Pérez Galdós que también puede considerarse un precedente. Sin embargo, es Emilia Pardo Bazán quien, a través de una serie de cuentos y sobre todo de su novela corta “La gota de sangre” publicada en 1911,  estrena verdaderamente el género en España.

Cuando uno lee y, sorprendido, relee “La gota de sangre” contempla el examen, la exploración a que Emilia Pardo Bazán somete a la novela policíaca anglosajona. En esta novela la autora, que admira el género, utiliza el esquema clásico para introducir elementos novedosos, llevando a cabo una verdadera revisión del género detectivesco.

Selva, el protagonista de La gota de sangre, es una persona aburrida de la vida, incapaz de emocionarse con nada y, en esto, nos recuerda a Sherlock Holmes cuando no tiene un caso entre manos; como nos lo recuerda la evidente, y algo burlona, superioridad de Selva sobre la policía oficial que investiga el crimen. Sin embargo, es un hombre que, viéndose acusado de un asesinato que no ha cometido, se ve obligado a descubrir al verdadero asesino y demostrar así su inocencia. Selva es, por tanto, un detective por necesidad, un burgués que asiste a su propia pérdida de confianza en un Sistema en el que creía. Este personaje, que no es un oficial de policía ni un detective privado, será el primero de este tipo y una de las innovaciones que Emilia Pardo Bazán incorporará al género policíaco. Con posterioridad aparecerán personajes como el de Emilia Pardo Bazán en las novelas de Patrick Quentin y Cornell Woolrich, y en muchos de los guiones cinematográficos de las películas de Alfred Hitchcock. Parry, el personaje de David Goodis en su novela La Senda Tenebrosa, es uno más.

Mientras los detectives de la novela policíaca clásica son defensores a ultranza de la ley, sin entrar en consideraciones morales, Selva experimenta una evolución moral ante los ojos del lector hacia una ética de tolerancia y compasión que cuestiona el orden social establecido. Esta relativización moral es propia de la novela negra y Emilia Pardo Bazán se adelanta, de nuevo, a su tiempo.

Auguste Dupin, Sherlock Holmes, Philo Vance y otros detectives de la novela policíaca clásica están dotados de unas facultades extraordinarias (son prácticamente infalibles) e intentan siempre racionalizar lo inexplicable y misterioso; sin embargo, Emilia Pardo Bazán crea un personaje (Selva) que, aunque no desdeña el método de investigación racional, prefiere la intuición y la inspiración como instrumentos; crea un personaje más humano, que es vulnerable, contradictorio y ambiguo. Y son, precisamente, esas características las que encontraremos más tarde en los personajes de los novelistas norteamericanos Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Ross Macdonald…; personajes de la novela negra que, al igual que Selva, parecen tener un código personal del honor. Se puede decir, por tanto, que con Emilia Pardo Bazán comienza la llamada humanización del detective.

Como ya se ha dicho, Emilia Pardo Bazán llevó el naturalismo a la novela policíaca clásica, estableciendo un puente que conducía a lo que habría de llamarse Novela Negra. Así, en La Gota de Sangre construye una estructura de intriga criminal en la que se mueven unos personajes dotados de una complejidad psicológica que no tienen los detectives clásicos, y va más allá de la resolución de un crimen al explorar éste desde una óptica que contempla aspectos de orden psicológico, moral y social. En este sentido, algunos estudios apuntan a otro personaje,  el Raskolnikov de Crimen y Castigo, como la inspiración que hizo a Emilia dar un giro al género detectivesco. El estremecedor realismo con que se profundiza en la psicología de los personajes, la complejidad del mal y la dificultad para distinguir entre éste y el bien, y la forma de mostrar al criminal desde dentro fueron los factores que llamaron la atención de Emilia en la novela de Dostoievsky. Creo, sin duda,  que La gota de sangre contiene elementos novedosos que, más tarde, serían clásicos en la llamada Novela Negra, y puede considerarse como el antecedente más preciso de la novela negra en España.

Hasta el propio Sir Arthur Conan Doyle habría reconocido a Emilia Pardo Bazán como la única mujer capaz de superarle, tal y como hizo Sherlock Holmes con Irene Adler. Sin embargo, en España, Emilia Pardo Bazán se pasó toda la vida luchando sin descanso contra los prejuicios que la desvalorizaban por el hecho de ser mujer. Es conocido su deseo de ingresar en la Real Academia Española de la Lengua en el año 1891, pero sólo obtuvo el apoyo de Emilio Castelar, mientras el resto de los académicos se unieron en la negativa, en la que tuvo mucho que ver el artículo firmado por Eleuterio Filogyno (seudónimo tras el cual se escondía Juan Valera) titulado “Las Mujeres y las Academias” y el aplauso que dicho artículo recibió de Marcelino Menéndez Pelayo que lo calificó de racional y muy chistoso.

Emilia Pardo Bazán fue una feminista convencida y combativa, y la ocultación posterior de este aspecto de su personalidad es un ejemplo más de esa deformación sistemática que, de la historia cultural de nuestro país, se ha llevado a cabo durante los últimos siglos. Las evidentes innovaciones que Emilia Pardo Bazán incorpora al género policíaco no fueron aprovechadas por los autores españoles, ni siquiera reconocidas. La novela policíaca en España iba a seguir en las tinieblas durante muchos años, a pesar de que una mujer había señalado con claridad el sendero y, como Pulgarcito, lo había jalonado con migas de pan.

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2 Comentarios

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    Fan dice: 8 junio, 2016 a 00:47

    Gran artículo!

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    Juan dice: 18 octubre, 2016 a 13:50

    Gracias traer a Emilia Pardo Bazan desde el olvido.

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