¿Cómo está el género negro? ¿Qué le sobra? ¿Qué le falta? ¿Hay burbuja? ¿Se lee mucho o se publica de más? ¿Para qué sirven las ferias de novela negra? ¿Y los premios? ¿Nos gusta cómo se hace la promoción? ¿Se piensa en los futuros lectores? ¿Sigue anclado en lo analógico en este tiempo digital?
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Debatamos.
Hoy lo hacen Fernando Marías, con el permiso de La Corporación, y Domingo Villar, con la autorización de Leo Caldas. ‘Esta noche moriré’ (novela y monólogo) y ‘La playa de los ahogados’ (novela y película) son dos de sus novelas más emblemáticas, y referentes, en el género negro. Apoyados en ellas, María y Villar debaten en Fiat Lux sobre el estado de la nación noir.
“Las propuestas tienen que fusionarse con otras artes, con otras fórmulas”.
“Las lecturas públicas ayudarían. En otros países es habitual acudir a escuchar leer a un escritor”.
Fernando Marías y Domingo Villar protagonizan el IX Debate, los ocho anteriores son estos:
–Rosa Ribas y Víctor del Árbol: “Sobra machismo. Falta autoestima”; “No somos capaces de transmitir a los jóvenes que la lectura es una forma de rebeldía”.
–Raúl Argemí y Julián Ibáñez: “Falta ambición estética. Sin ambición estética el texto no será más que mierda de pajarito”; “No hay colecciones juveniles de género negro”.
–Bernard Minier y Santiago Roncagliolo: “Las redes sociales son el nuevo camino de la literatura”; “Si todos los premios son de editoriales a manuscritos el lector no puede participar”.
–Empar Fernández y Maribel Medina: “Yo diría que sí hay burbuja noir”; “De momento creo que no hay burbuja”.
–Pere Sureda y Gregori Dolz: “¿Presentación tipo? Solo sirve para halagar el ego del autor”;“¿Presentación tipo? Si hay veinte personas y se venden diez libros me doy con un canto en los dientes”.
–Lorenzo Silva, Sergio Vera y Carlos Bassas: “Echo en falta apuesta por premios a voces nuevas”; “Hay overbooking de festivales, faltan clubes de lectura”; “Para algunas editoriales lo único es vender el producto”.
–Juan Ramón Biedma y Claudio Cerdán: “Es probable que no persistan los autores más valiosos sino los que más venden”; “Si no se crean nuevos lectores no vamos a ir todos a la mierda”.
–David Llorente y Manuel Barea: “Falta imaginación y creatividad. Y ser audaz. Y ser valiente”; “Sobra miedo a lo nuevo y presiones/influencias. Falta riesgo”.
Marías |
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“La comunicación en redes es un asunto imprescindible, determinante” | “Estamos perdiendo un eslabón fundamental en la cadena: el librero” |
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¿Qué le sobra y qué le falta a la novela negra en estos momentos?
Marías: Está de moda, y eso es peligroso. Cuando la moda pasa, se mueve el suelo bajo los pies, se genera un vacío que puede crear pánico.
Villar: Falta un poco de pausa –todo va demasiado rápido– y faltan buenos prescriptores.
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Muchos títulos, muchos autores, la autoedición… ¿Se lee tanto como se publica?
Marías: Sin duda no. La proliferación de títulos es mucho mayor que los libros que realmente se leen. Casi ninguna novela negra alcanza la categoría de libro muy vendido, en nuestro idioma no hay más de tres o cuatro autores, y tal vez esos son muchos.
Villar: Se lee bastante menos que hace unos años, con el problema añadido de que cada vez se hace más difícil distinguir el grano de la paja. Hay novelas estupendas que pasan de largo en silencio mientras otras que merecen menos la pena acaparan demasiado ruido.
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¿Por qué?
Marías: Yo diría que lo que realmente tiene escaparate comercial es la figura del escritor de novela negra enmarcado dentro del respectivo o respectivos festival/festivales de novela negra. Habría que preguntar a libreros y editores que acuden a los festivales cuánto de verdad venden para deducir si lo que digo es real o no.
Villar: Supongo que porque estamos perdiendo un eslabón fundamental en la cadena de la buena lectura: el librero.
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Tanto autor, tanto título, tanta feria de novela negra, tanto club de lectura de novela negra, tanto reseñista/bloguero de novela negra… ¿Hay burbuja?
Marías: Sí.
Villar: No lo sé.
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Si sí consideras que hay burbuja: ¿qué quedará cuando explote esa burbuja?
Marías: El diez, el quince, el veinticinco por ciento de lo que ahora hay. Luego, el paso de, por ejemplo, un lustro, o una década, nos permitirá un análisis certero de lo que fue. Hace diez o doce años pasaba con la novela histórica lo mismo que pasa ahora con la negra. Tal vez mirar el “estado de la novela histórica” hoy nos dé una idea.
Villar: …
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Manuscrito, edición, publicación, presentación, promoción, reseñas, ferias, firmas… Ese es el escenario en que transitamos; ¿qué le sobra y qué le falta?
Marías: Me parece, en general, aburrido y reiterativo. Hay que buscar caminos nuevos de atraer al lector. Las cifras demuestran que la aplicación de esa fórmula lleva al fracaso casi siempre.
Villar: Sinceramente, no tengo ni idea de qué sobra y qué falta. Puedo decirte que a mí me gusta mucho más lo que mi oficio tiene de ermitaño que lo que tiene de exhibicionista, pero que no me guste un eslabón de la cadena no quiere decir que éste sobre.
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¿Cómo modernizarías, actualizarías, ese escenario? ¿O así como está vale?
Marías: No, desde luego que no vale. Las propuestas tienen que fusionarse con otras artes, con otras fórmulas. Perseverar en lo que ya pasó ni siquiera es suicida; es simplemente absurdo.
Villar: La base es que siga habiendo (buenos) libros y lectores dispuestos a aparcar sus vidas para sumergirse en ellos y poner en marcha la rueda.
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No se suele ver a mucha gente joven en toda la parte cara al público (también en la otra parte) de ese escenario al que aludíamos. ¿Qué no se está haciendo bien?
Marías: Opino que el género negro no interesa en absoluto a los lectores jóvenes. Sus nuevos referentes son los superhéroes, los matadores de zombis, los conductores acróbatas en las películas de explosiones. El detective desencantado y la mujer fatal, que a nosotros nos motivaron tanto, no les dicen nada.
Villar: No se trata de hacer bien o hacer mal las cosas. Simplemente, el ocio ha cambiado y hay que asumir esa realidad. No creo que haya un único motivo, pero es indudable que hoy uno puede pasarse horas saltando de una página a otra en Internet a través del ordenador o del móvil sin el esfuerzo de concentración que para muchos supone la lectura de un libro. Además, la televisión ya no se reduce a lo que los programadores decidan emitir, sino que cada uno puede elegir qué ver y en qué momento. Yo estoy convencido de que el mayor enemigo de los libros son las series de televisión porque juegan con nuestras mismas armas: en ellas se puede encontrar la hondura en las tramas y el tratamiento de los personajes que antes sólo era posible hallar en las novelas.
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¿Cómo hay que reclutar a nuevos lectores?
Marías: Ojalá lo supiera. Temo que es casi imposible.
Villar: Reclutar no es la palabra. Yo diría que hay que seducirlos.
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¿Tú qué harías, cómo lo harías?
Marías: Repito la respuesta.
Villar: Escribiendo emocionado, que es el único modo que conozco de emocionar a un lector.
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¿Qué opinas de la promoción, de cómo se promociona a las novelas (y a los autores)?
Marías: Todo o casi todo es rutina, una rutina mortecina. Por ejemplo, viene un escritor renombrado de novela negra, genera una rueda de prensa a la que acuden medios que luego publican entrevistas; es probable que haya lectores que las lean pero… ¿luego compran su libro? Yo pienso que el entusiasmo se va diluyendo a medida que ese proceso avanza, y sin embargo se sigue recurriendo a él.
Villar: Es un asunto de pronóstico bastante incierto. Los periódicos tienen redacciones cada vez más raquíticas, las novedades se atropellan unas a otras, los periodistas apenas tienen tiempo para leer, las secciones culturales languidecen y en Internet, de puro democrático, es difícil saber de quién fiarse.
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¿Tú cómo lo harías?
Marías: Creo que las dos bazas para promocionar un libro son o bien la calidad incuestionable del libro (por ejemplo, Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón) o bien que es escritor sea un personaje vendible, que pueda crear marca. Lo primero, el libro de calidad, es lo que realmente importa, en realidad es lo único que debería importar; pero ahora hablamos de vender. Y el “autor-personaje” puede ayudar a eso.
Villar: No estoy seguro, pero creo que las lecturas públicas ayudarían. En España no estamos acostumbrados pero en otros países es habitual acudir a escuchar leer a un escritor. Creo que puede ser interesante que el lector tenga la posibilidad de oír el sonido de los libros por boca del autor.
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Presentación tipo: librería, autor y presentador (generalmente amigo), público habitual + amigos/familia/invitados + algún amigo de amigo o amigo de familia o amigo de invitado, loas y alabanzas, ventas y firmas. ¿Te gusta así o tú cómo lo harías?
Marías: Yo me invento algo en cada ocasión. Ahora apuesto por hacer monólogos sobre mis novelas. No sé si luego se venden libros o no, pero yo al menos me divierto mucho. Y me consta que llamo la atención.
Villar: No me gustan nada las presentaciones en las que unos halagadores regalan flores por encargo a un autor.
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Ferias de novela negra. ¿Qué les sobra y qué les falta?
Marías: Casi podría repetir literalmente las respuestas.
Villar: En mi opinión, lo que no debería faltar es público.
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¿Cómo deberían ser, tú cómo lo harías?
Marías: Deben renovarse, insuflar alegría nueva. Me sorprendió mucho Valencia Negra. Vi público en los actos, vi conceptos teatrales y musicales, vi ideas nuevas. Y vi también una poderosa comunicación en redes. Es un festival vivo. La comunicación en redes es, para bien o para mal, un asunto imprescindible, determinante.
Villar: Creo que deberían ser más breves, más ágiles. Y también creo que no es bueno que las mismas caras se repitan tantas veces en fotografías tomadas en años y sitios distintos.
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Premios. ¿Qué les sobra y qué les falta?
Marías: En cuanto a festivales, lo que percibo de los premios es que poco a poco se van haciendo un prestigio y una trayectoria. Tenerife o, de nuevo, Valencia, por ejemplo. Está claro que la Semana Negra tiene los grandes clásicos, el Hammett es el gran premio de la literatura negra en español, de eso no hay duda. Probablemente cada premio es mejorable y debatible, pero todos están haciendo su camino, y diría que de la forma adecuada. En cuanto a los premios a novela inédita, todo lo que ayude al sostenimiento económico de los escritores me parece y parecerá bien.
Villar: Pues hay de todo: a unos les falta limpieza, a otros les falta visibilidad, a otros les falta rigor, a otros les sobra cariño…
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¿Qué te traerías de lo que en otros países hacen con el género negro, en cuanto a promoción, ferias, premios…?
Marías: No conozco lo que hacen en otros países, no tengo criterio al respecto.
Villar: Las lecturas, como he mencionado antes.
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En este era digital, rodeados de nuevas tecnologías en constante evolución, ¿qué fórmulas se te ocurren para ‘meter’ ahí al género? Dicho de otro modo: ¿cómo hacemos el digitalnoir o noirdigital?
Marías: ¿Para qué? El digital no existe, es una ficción. No hay ni quinientas personas en España que bajen legalmente un libro, y de ellas no creo que lleguen a 50 las que comprarían una novela negra, por ejemplo, mía. ¿Por qué gastar energía en ello?
Villar: Creo que estamos mejor fuera. Prefiero el frío al ruido.